
La otitis me mantiene bajo mínimos; de hecho, hoy debería estar trabajando, pero los latigazos me llegan a la mandíbula, y la verdad, no estoy de humor. Me he quedado en casa con mi niñito, que tiene otra vez catarro. Es más rico….
Y yo soy una debilucha que cuando no padece de tal, padece de cual. Además no soy una chica Telva, o sea, joven pero sobradamente preparada, sobradamente guapa, con tiempo de sobra para hacer Pilates o machacarme en el gimnasio, y lo suficientemente adinerada como para ir cada semana a la pelu y al salón de belleza y además comprarme los últimos trapitos de moda.
Yo soy una chica normal. Tengo treinta y tantos bastante bien llevados, aunque me doy crema en la cara un día sí y tres no; el embarazo me ha dejado una talla de más de la que ya tenía y la tripa llena de estrías, que no se van con absolutamente ningún potingue. Cuando voy a comprar ropa me mosqueo, porque la que en realidad me gusta no le sienta bien a mis caderonas amplias y mis muslos celulíticos, y no es la primera vez que llego a mi casa llorando por culpa de las puñeteras tallas. No, no me gustan los espejos de cuerpo entero, para qué mentir. Por supuesto, con un bebé de meses, un marido en el paro hasta hace un mes, una hipoteca, y unos precios cada día más caros, pues no me voy a gastar el sueldo en los trapitos más monos de la pasarela. A veces me doy algún capricho, pero prefiero ahorrar y saber que no voy a pasar apuros.
Como no tengo asistenta, ya no voy a al teatro, ni a la ópera, ni a ningún acto lúdico o social en el que no tengan cabida los carritos de bebé, y puede que me organice fatal, pero ni tiempo saco para ir al gimnasio tres veces por semana que es lo que me gustaría. También sueño con pasar el fin de semana de relax en Londres, o en Milán, o en Praga…. Pero como sólo tengo uno libre al mes , pues me conformo con levantarme tarde y tomarme un buen desayuno con mi Maruxiño mientras ojeo el periódico.
No soy chic, no tengo glamour. No llamo la atención cuando voy por la calle. No llamo la atención entre mis amigas, en el trabajo o en el vecindario. Soy una más. Soy real. Y la revista es estupenda, mucho más interesante que otras del estilo, pero de real tiene bastante poco. Soy una inconformista por naturaleza, pero si exceptuamos el lado físico, me gusta lo que soy y como vivo. No quiero ser un clon de las muñequitas de revista, una Barbie sin inquietudes.
No soy una chica Telva. Soy yo.
Y yo soy una debilucha que cuando no padece de tal, padece de cual. Además no soy una chica Telva, o sea, joven pero sobradamente preparada, sobradamente guapa, con tiempo de sobra para hacer Pilates o machacarme en el gimnasio, y lo suficientemente adinerada como para ir cada semana a la pelu y al salón de belleza y además comprarme los últimos trapitos de moda.
Yo soy una chica normal. Tengo treinta y tantos bastante bien llevados, aunque me doy crema en la cara un día sí y tres no; el embarazo me ha dejado una talla de más de la que ya tenía y la tripa llena de estrías, que no se van con absolutamente ningún potingue. Cuando voy a comprar ropa me mosqueo, porque la que en realidad me gusta no le sienta bien a mis caderonas amplias y mis muslos celulíticos, y no es la primera vez que llego a mi casa llorando por culpa de las puñeteras tallas. No, no me gustan los espejos de cuerpo entero, para qué mentir. Por supuesto, con un bebé de meses, un marido en el paro hasta hace un mes, una hipoteca, y unos precios cada día más caros, pues no me voy a gastar el sueldo en los trapitos más monos de la pasarela. A veces me doy algún capricho, pero prefiero ahorrar y saber que no voy a pasar apuros.
Como no tengo asistenta, ya no voy a al teatro, ni a la ópera, ni a ningún acto lúdico o social en el que no tengan cabida los carritos de bebé, y puede que me organice fatal, pero ni tiempo saco para ir al gimnasio tres veces por semana que es lo que me gustaría. También sueño con pasar el fin de semana de relax en Londres, o en Milán, o en Praga…. Pero como sólo tengo uno libre al mes , pues me conformo con levantarme tarde y tomarme un buen desayuno con mi Maruxiño mientras ojeo el periódico.
No soy chic, no tengo glamour. No llamo la atención cuando voy por la calle. No llamo la atención entre mis amigas, en el trabajo o en el vecindario. Soy una más. Soy real. Y la revista es estupenda, mucho más interesante que otras del estilo, pero de real tiene bastante poco. Soy una inconformista por naturaleza, pero si exceptuamos el lado físico, me gusta lo que soy y como vivo. No quiero ser un clon de las muñequitas de revista, una Barbie sin inquietudes.
No soy una chica Telva. Soy yo.
1 comentario:
Ains.... Q razón tienes wapísima, pero los que te queremos no queremos que cambies eres maravillosa tal y como eres y por eso te queremos por como eres contigo misma y con los demás nos demuestras lo mucho que vales cada día.
Un besazo enorme de una NO chica Telva (jejejejejeje).
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