Desde Galicia para todo el mundo,un canto a las cosas bellas de la vida...

viernes, 23 de abril de 2010

LIBROS Y ROSAS


Hoy nosotros deberíamos estar en Zaragoza celebrando el día de San Jorge, pero la hospitalización de Mamá Gallina acabó por desbaratar nuestros planes y tuvimos que suspender el viaje. Lanzo suspiros al aire por no poder tomarme el Lanzón......

No creo que haya regalo de libro , ni tampoco rosas, y no porque no me gusten ambas cosas, si no porque tenemos la cabeza ocupada en otras cosas, y además la catalanización del día en todos los medios de comunicación, que no muestran el lugar en el que realmente se celebra la fiesta: Aragón.

Hoy me tomo un té con pastas en el desayuno para brindar por los "amiguicos" que sí estan de festivo, y que también regalan libros (aunque no en catalán, claro).

Estoy por colocarle a Gorrión el cachirulo para que corretee por el pasillo...

viernes, 16 de abril de 2010

LA FUERZA DE UN VOLCÁN.


Nunca me han gustado las matemáticas, en el colegio directamente las odiaba. Tener que reducir miles de procesos naturales a cifras abstractas me resultaba inverosímil e inútil, y aún hoy, todo lo que tenga que ver con números en mi vida cotidiana se lo dejo a Maruxiño para que lo maneje. En la facultad, cuando pensé que ya me había olvidado de las dichosas fórmulas para siempre, tuve que dar una asignatura llamada Bioestadística, que me resultaba tan incomprensible como los dialectos del coreano, y cuando la aprobé en junio me dije a mi misma : Maruxiña, nunca máis.

La naturaleza se empeña en llevarnos la contraria a los que nos creemos demasiado listos; ahora resulta que la estadística es la única esperanza de vida de mi madre, un número estadístico raquítico pero real, y nos aferramos a él con todas nuestras fuerzas para probar lo que sea con tal que funcione. Nuestra alegría, nuestras esperanzas, los sueños de madurez de mi madre y toda su vida se han visto reducidos a un maldito número, demasiado bajo como para aliviarnos, lo suficientemente significativo como para, al menos, pasar por el trago de una amputación y la posterior quimioterapia agresiva.


La desdentada de la guadaña sigue sentada a las puertas de nuestra casa riendo ruidosamente. Le gustan los procesos largos y crueles, los que dejan a una persona reducida a la nada antes de llevársela del todo. Cuanto más sufrimiento personal, cuanto más dolor, mejor para el maldito espectro. La naturaleza, si no la deidad, es cruel muchas veces con nosotros, y se cobra un precio altísimo por habernos dejado vivir un rato. Con nosotros está siendo extraordinariamente implacable, no existe la piedad, no hay atenuantes que aligeren el tributo que nos quiere hacer pagar.

Dicen que la naturaleza es sabia, y normalmente estoy de acuerdo con esa afirmación, sobre todo cuando se refiere a los sustos que nos da y que somos incapaces de controlar, tan estupendos como nos creemos a la hora de destrozarla y usarla para nuestros fines egoistas. A estas horas, los cielos de media Europa están cerrados al tráfico aéreo porque una nube kilométrica de cenizas procedente de un volcán islandés en erupción, vaga a sus anchas por las campiñas, sin que podamos hacer nada para espantarla más que esperar con los brazos cruzados.

A mi me encanta. A un volcancito dormido en su glaciar al lado del Polo Norte se le ocurre cabrearse de repente y enviarnos unas cuantas fumatas, y medio mundo civilizado se paraliza y todos tiesos de miedo, no vaya a ir la cosa a peor.

De mi madre siempre han dicho quienes la conocen que tiene un temperamento volcánico, que es muy buena y muy simpática y muy cariñosa hasta que se cabrea y se le hincha la vena del cuello. Entonces entra directamente en erupción y pobre de ti si estás delante. Ahora es ese tipo de carácter el que le hace falta, ese cabreo volcánico que la despierte de su sueño glaciar y la empuje a decargar toneladas de ceniza ardiente, millones de células cancerosas abrasadas expulsadas de su cuerpo para no volver. Sufrir una mutilación para poder vivir. Presentar batalla.

Al fin y al cabo puede que sea cierto que todo en la naturaleza son números, que lo abstracto es la base de lo que vemos y de lo que somos. Nuestra vida reducida a simple estadística. Hasta que un volcán se empeña en demostrarnos que no tenemos ni puñetera idea, que no somos nadie, que lo impredecible existe.

Mamá, cabréate pero de verdad, fíjate en Islandia.

















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martes, 6 de abril de 2010

EL MUNDO A LA ESPERA


Por fin dos días seguidos con sol, a este paso nos van a salir a todos los gallegos branquias y aletas. Salir a la calle con el peque y poder soltarle para que corra entre la gente que se toma su primer batido de primavera en las terracitas, es una gozada. Anochece más tarde y los rayos son más calentitos, ilusión de playa a la vista...

Y mientras tanto mi casa parece otra. Después de 10 días sacando cosas que pululaban acumulando polvo por todas las esquinas, y después de reordenar cientos de libros y figuritas en sus correspondientes estanterías, vuelve a brillar con luz propia. Ahora queda la "chapa y pintura": cortinas a la tintorería, limpieza de manchas de humedad que han salido en algunas paredes después de tanta borrasca, abrillantar el aluminio de las ventanas y los cristales, repintado del techo del baño.... y ¡ hala ¡, hacer fotos y poner anuncios de venta.
Cerca de la costa hay una casita nueva con muy buena pinta que nos está esperando y bueno, a ver si esta vez resulta bien.

Mamá Gallina sigue hospitalizada, probablemente vaya para largo. Está mal y ella lo sabe. Está muy baja de ánimo y yo ya no sé qué decirle. ¿ Cómo vas a animar a alguien a quien en menos de dos meses se le ha reproducido su cáncer, cuando además las expectativas son como mucho regulares?Justo en la mitad de tu vida, cuando vuelves a tener tiempo para tu pareja y para tí, cuando parece que puedes cumplir alguno de tus sueños, te llega la gran bofetada. Esperamos alguna buena noticia, ella también espera algo, no sé lo qué. Sólo sé que estamos hundidos.

Y Pequeño Colibrí está a punto de hacer 6 meses en su burbuja de agua. De momento todo va bien. Esperamos que todo termine bien. Esta espera es más dulce y a todos nos alegra la vida, aunque el pobre de momento está recibiendo menos atención que Gorrión, al ser las circunstancias tan difíciles.

El té de la mañana con su trocito de roscón acompañando, me ha sabido a gloria. Voy a por un poco más. Con el estómago lleno se hace más llevadera la espera.