
Espero que sea así, de verdad, porque llevamos 5 días sin salir de casa por culpa de tanto chaparrón. A mí me gusta la lluvia con mesura, y a su debido tiempo; pero este año los encargados celestiales de la máquina del tiempo se han pasado........¡¡ que estamos en junio¡¡.
Yo intento aprovechar estos días desangelados y grises hasta el aburrimiento para arreglar papeles (hay montones de revistas de muebles y de medicina acumulados por las esquinas), y tijera en mano, voy reduciendo lo interesante a recortes que guardaré depués... ¿dónde?.... jejeje.
Gorrión también está de vendaval, por cierto, pues parece que sus encías están hartas de no poder masticar un buen mendrugo de pan y le duelen, pobrecito mío, con lo rico que le sabría un buen bocata de tortilla con queso de su mami....
Y pasado el vendaval de las elecciones, que por cierto no ha servido para nada, pues aquí todos ganan y nadie pierde, y si lo hace pues no da la cara, espero que por caridad nos dejen en paz de una puñetera vez y nos den el verano, aunque con crisis, al menos tranquilo. Comienzo mi primera quincena de vacaciones en 4 días y si el sol me lo permite, lo quiero aprovechar; así que ya tengo mis dos nuevos bañadores preparados y en próximos días le tocará el turno a un inmenso pareo que he visto en la red. Después serán un par de vestidos veraniegos a los que les he echado el ojo, ah¡¡, y me faltan unas cuñas..... jejeje, me parece que tendré que salir de compras. ¿Alguien se apunta?
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!
FEDERICO GARCÍA LORCA